martes, 13 de enero de 2009

La paz interior

Es muy frecuente oír hablar de cómo mucha gente se esfuerza en nuestros tiempos por encontrar un poco de paz. Vivimos en un mundo lleno de fuentes de tensión y dificultad. Nos encontramos con mucha más frecuencia con la que nos gustaría con problemas laborales, de dinero, de salud y a menudo también dificultades en la relación con las personas que nos rodean en todos los ámbitos de la vida. Muchas veces pienso en la situación del individuo en nuestro mundo actual como si estuviera atrapado entre la espada y la pared. El mundo oprime con todas sus fuerzas y casi nos deja sin escapatoria, pero solamente casi. En momentos determinados de la vida uno puede llegar a darse cuenta de que está tocando fondo, y es en esos mismos momentos cuando uno puede darse cuenta de que está atrapado entre esa espada y esa pared. Al menos así es como yo lo he vivido y por eso lo quiero contar. Creo que es en esos momentos decisivos cuando uno busca con todas sus fuerzas algo que le saque de esa situación y que le de sentido a todo. O por lo menos lo que se siente con toda claridad es el deseo de no conformarse, la intuición de que debe de haber algo más, y la voluntad cada vez más fuerte de encaminarse hacia ese algo. Yo me siento muy afortunado porque cuando miro hacia atrás en mi vida veo cómo Dios me ha ido guiando hacia la vida que llevo ahora y sólo le pido que me deje seguir el camino a su lado hasta el final. Hoy me doy cuenta de que ese algo que siempre he estado buscando era precisamente Dios, y por eso me tranquiliza cada vez más sentirme acompañado por Él.
Sin embargo durante la mayor parte de mi vida no creí en Dios.Pero eso no quiere decir que en esos años no Lo estuviera buscando. Creo que lo buscaba sin darme cuenta y de formas totalmente tontas. Y si hay algo que creo que siempre he sentido que quería tener es ese estado de paz interior que creo que en este mundo convulso es algo que a todos nos gustaría alcanzar, ya seamos ateos o creyentes, jóvenes o mayores, de un país o de otro. Me da pena ver cómo tanta gente desperdicia su tiempo buscando esa paz interior en los sitios erróneos.
En los próximos artículos iré contando cómo fue esa búsqueda de paz, y qué fue lo que me condujo a hacerme discípulo de Cristo a través de su Iglesia Católica.
Jesucristo mismo dijo "Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundo no os puede dar. No os inquietéis ni tengáis miedo" (Jn 14:27).
Esa es la paz que os deseo a los que leéis esto. Que Dios os bendiga.

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