Escribo este artículo para informaros sobre cómo se puede sintonizar en España la EWTN, el canal de televisión católico que fundó la Madre Angélica en 1981.
EWTN ofrece gratuitamente durante las 24 horas del día una programación muy completa orientada a todos los miembros de la
familia. Cuenta con una gran variedad de programas donde muestra la extraordinaria riqueza espiritual y cultural que la Iglesia Católica ha acumulado durante más de dos mil años.
EWTN se puede ver gratis en España a través de:
- Imagenio – canal 184
(dándose antes de alta a través de "Atención al Cliente", telf: 902-357000)
- Ono – canal 160
(Número de atención al cliente: 902-929000)
- Directamente a través de internet, en la siguiente página web:
www.ewtn.com/spanish (sección "Audio y Vídeo")
Para más información poneos en contacto con EWTN España:
Tfno: 921-412606
e-mail: mgomez@ewtn.com
Yo también estaré encantado de ayudaros en lo que pueda a sintonizar el canal.
En los siguientes enlaces podéis ver las parrillas de la programación general de EWTN para octubre y la de los programas especiales (fijaos en la columna con los horarios para Madrid):
Programación EWTN Diciembre 2009:
http://www.ewtn.com/tv/EspInt1109grid.asp
Programas especiales EWTN Diciembre 2009:
http://www.ewtn.com/tv/EspInt1109adv.asp
Poneos en contacto conmigo a través de pazenlatierrapaz@gmail.com si queréis recibir un archivo de word con información sobre cómo sintonizar EWTN en España, por si lo queréis colgar en vuestras parroquias o pasárselo a vuestros familiares y amigos.
Un abrazo.
sábado, 5 de diciembre de 2009
jueves, 6 de agosto de 2009
EWTN - La televisión católica también emite en España
En este artículo me gustaría informaros sobre cómo se puede sintonizar en España la EWTN, el canal de televisión católico que fundó la Madre Angélica en 1981.
EWTN ofrece gratuitamente durante las 24 horas del día una programación muy completa orientada a todos los miembros de la
familia. Cuenta con una gran variedad de programas donde muestra la extraordinaria riqueza espiritual y cultural que la Iglesia Católica ha acumulado durante más de dos mil años.
EWTN se puede ver en España a través de:
- Imagenio – canal 184
(dándose antes de alta a través de "Atención al Cliente", telf: 902-357000)
- Ono – canal 160
(Número de atención al cliente: 902-929000)
- Directamente a través de internet, en el siguiente enlace :
EWTN en español - emisión internacional (también se puede acceder en cualquier momento a esta emisión a través de la ventanita publicitaria de EWTN que está permanentemente a la derecha de este blog)
O bien buscando entre las distintas opciones de emisión en directo en distintos horarios e idiomas, y descarga de programas en el siguiente enlace (buscar en la pestaña "Audio y Vídeo"):
www.ewtn.com/spanish
Para más información poneos en contacto con EWTN España:
Tfno: 921-412606
e-mail: mgomez@ewtn.com
Yo también estaré encantado de ayudaros en lo que pueda a sintonizar el canal. Para ello podéis contestar directamente en el blog, o bien mandarme un e-mail a la siguiente dirección:
pazenlatierrapaz@gmail.com
martes, 24 de marzo de 2009
Marcha por la vida - 29 de marzo de 2009
Hoy en vez de escribir sobre algún converso a la Iglesia Católica, quiero avisar a los que podáis leer este artículo sobre la Marcha por la Vida que se celebrará el próximo día 29 de marzo en Madrid (y en otras ciudades de España e Hispanoamérica). Incluyo a continuación un vídeo que nos invita a acudir al evento.
La magnífica iniciativa la ha preparado la organización provida Derechoavivir.org, una asociación provida española muy activa en estos últimos meses en respuesta a las atroces iniciativas a favor del aborto que el infame gobierno español está tratando de poner en marcha. Otro día escribiré sobre Derechoavivir.org, pero hoy de momento quería simplemente avisar de este importantísimo evento para el que sólo faltan poco más de 5 días.
Creo que es la ocasión que llevábamos esperando desde hace ya meses, o incluso años, para dejar bien claro a la opinión pública que somos muchos los que aún no hemos perdido la cabeza y estamos muy a favor de la vida y en contra del aborto y la eutanasia.
Por ello, si lees esto, te recomiendo que vayas a esta Marcha por la Vida.
A continuación incluyo un enlace en el que puedes ver información sobre los sitios y las horas en los que se van a celebrar actos a favor de la vida en distintos puntos de España e Hispanoamérica, dentro de la llamada Semana por la Vida (del 25 al 29 de marzo):
http://www.hazteoir.org/node/18367
Para información general sobre la Marcha por la Vida, o para ponerte en contacto con los organizadores, puedes pinchar en el siguiente enlace:
http://www.hazteoir.org/node/18509
Yo estaré en el evento y espero verte ahí. Que Dios te bendiga siempre y nos ilumine a todos con su Santo Espíritu, y que ilumine a los que ocupan puestos de poder para que defiendan siempre la vida humana desde concepción hasta su muerte de modo natural, según los planes de nuestro Divino Creador.
La magnífica iniciativa la ha preparado la organización provida Derechoavivir.org, una asociación provida española muy activa en estos últimos meses en respuesta a las atroces iniciativas a favor del aborto que el infame gobierno español está tratando de poner en marcha. Otro día escribiré sobre Derechoavivir.org, pero hoy de momento quería simplemente avisar de este importantísimo evento para el que sólo faltan poco más de 5 días.
Creo que es la ocasión que llevábamos esperando desde hace ya meses, o incluso años, para dejar bien claro a la opinión pública que somos muchos los que aún no hemos perdido la cabeza y estamos muy a favor de la vida y en contra del aborto y la eutanasia.
Por ello, si lees esto, te recomiendo que vayas a esta Marcha por la Vida.
A continuación incluyo un enlace en el que puedes ver información sobre los sitios y las horas en los que se van a celebrar actos a favor de la vida en distintos puntos de España e Hispanoamérica, dentro de la llamada Semana por la Vida (del 25 al 29 de marzo):
http://www.hazteoir.org/node/18367
Para información general sobre la Marcha por la Vida, o para ponerte en contacto con los organizadores, puedes pinchar en el siguiente enlace:
http://www.hazteoir.org/node/18509
Yo estaré en el evento y espero verte ahí. Que Dios te bendiga siempre y nos ilumine a todos con su Santo Espíritu, y que ilumine a los que ocupan puestos de poder para que defiendan siempre la vida humana desde concepción hasta su muerte de modo natural, según los planes de nuestro Divino Creador.
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miércoles, 18 de marzo de 2009
Volvió a Casa - 3. Eduardo Verástegui
Voy a escribir hoy sobre un converso a la fe católica de nuestros días, Eduardo Verástegui. Verástegui era un cantante y actor mejicano de cierto éxito, y con una prometedora carrera por delante. Cuando estaba preparándose para el rodaje de una película en Hollywood, las conversaciones que mantuvo con su profesora de inglés le llevaron a caer en la cuenta de que debía cambiar drásticamente el rumbo de su vida.
Dios le llamó a su Iglesia.
Después de un período de reflexión sobre hacia dónde dirigir sus esfuerzos en el que incluso llegar a plantearse la posibilidad de entrar en el seminario, sintió la llamada a servir a Dios allí donde estaba, dentro del propio mundo del espectáculo.
Eduardo Verástegui ha lanzado desde entonces una productora de cine que se propone contribuir a la promoción de la fe y los valores del catolicismo, y se ha involucrado de lleno en campañas pro-vida en muchos países como Estados Unidos y España. Dentro de poco incluiré aquí en el blog el vídeo en el que Verástegui expresa su apoyo a la campaña de www.derechoavivir.org. Te recomiendo mucho la película Bella (pincha en el enlace para ver información sobre ella), una película en defensa de la vida y contra el aborto que Verástegui ha lanzado hace unos meses con un tremendo éxito de público en España y en muchos otros países.
Pero de momento te dejo con una serie de vídeos sobre la conversión de Eduardo Verástegui. Que los disfrutes:
Dios le llamó a su Iglesia.
Después de un período de reflexión sobre hacia dónde dirigir sus esfuerzos en el que incluso llegar a plantearse la posibilidad de entrar en el seminario, sintió la llamada a servir a Dios allí donde estaba, dentro del propio mundo del espectáculo.
Eduardo Verástegui ha lanzado desde entonces una productora de cine que se propone contribuir a la promoción de la fe y los valores del catolicismo, y se ha involucrado de lleno en campañas pro-vida en muchos países como Estados Unidos y España. Dentro de poco incluiré aquí en el blog el vídeo en el que Verástegui expresa su apoyo a la campaña de www.derechoavivir.org. Te recomiendo mucho la película Bella (pincha en el enlace para ver información sobre ella), una película en defensa de la vida y contra el aborto que Verástegui ha lanzado hace unos meses con un tremendo éxito de público en España y en muchos otros países.
Pero de momento te dejo con una serie de vídeos sobre la conversión de Eduardo Verástegui. Que los disfrutes:
Los vídeos están sacados del magnífico programa "Nuestra Fe en Vivo" del canal de televisión católico EWTN, del que ya escribiré más adelante.
Si te sientes llamado como Eduardo Verástegui a volver a la Iglesia, te animo fervientemente a que lo hagas. Pídele ayuda a Dios para que te diga cómo hacerlo, para que te dé fuerzas a acercarte a una parroquia. Dios te quiere y cuenta contigo.
Un abrazo y que Dios te bendiga.
Si te sientes llamado como Eduardo Verástegui a volver a la Iglesia, te animo fervientemente a que lo hagas. Pídele ayuda a Dios para que te diga cómo hacerlo, para que te dé fuerzas a acercarte a una parroquia. Dios te quiere y cuenta contigo.
Un abrazo y que Dios te bendiga.
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martes, 17 de marzo de 2009
Volvió a Casa - 2. San Agustín
San Agustín es un ejemplo de cómo la perseverancia en la búsqueda de la verdad acaba llevando al encuentro con Dios, siempre que nuestra búsqueda sea sincera. No puede ser de otra manera, siendo que Jesucristo es Camino, Verdad y Vida (cfr. Juan 14:6). Jesús nos dijo: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá" (Lucas 11:9), y también "si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Juan 8:32-33). Agustín no hizo otra cosa que buscar la verdad, hasta que encontró a Dios.
En sus primeros años, llevado por cierta rebeldía hacia la doctrina católica que su madre (la también santa) Mónica, buscó en otras fuentes, y se dejó fascinar por las hablidades de los mejores expertos en retórica, por las doctrinas de los maniqueos y por las supersticiones asociadas a la astrología. Uno por uno se vio obligado a descartar todos esos falsos caminos de conocimiento, mientras Dios le mostraba el Verdadero Camino, y le conducía a Su Verdadera Iglesia, para regocijo de su madre Santa Mónica.
La juventud de San Agustín recuerda mucho a las vidas de tantos contemporáneos nuestros que tanto se esfuerzan en buscar algo que huela a verdadero en libros o páginas web con supuestas fórmulas mágicas para el bienestar interior y la felicidad. Dios quiera que todos aquellos que buscan en los libros de autoayuda o de filosofías orientales un camino de verdad para llenar de felicidad sus vidas puedan encontrar al Único que puede calmar su sed de Verdad, Jesucristo Nuestro Señor.
Si estás pensando volver a la Iglesia te animo a que lo hagas.
Te dejo con una serie de 5 vídeos cortos sobre la vida de San Agustín:
En sus primeros años, llevado por cierta rebeldía hacia la doctrina católica que su madre (la también santa) Mónica, buscó en otras fuentes, y se dejó fascinar por las hablidades de los mejores expertos en retórica, por las doctrinas de los maniqueos y por las supersticiones asociadas a la astrología. Uno por uno se vio obligado a descartar todos esos falsos caminos de conocimiento, mientras Dios le mostraba el Verdadero Camino, y le conducía a Su Verdadera Iglesia, para regocijo de su madre Santa Mónica.
La juventud de San Agustín recuerda mucho a las vidas de tantos contemporáneos nuestros que tanto se esfuerzan en buscar algo que huela a verdadero en libros o páginas web con supuestas fórmulas mágicas para el bienestar interior y la felicidad. Dios quiera que todos aquellos que buscan en los libros de autoayuda o de filosofías orientales un camino de verdad para llenar de felicidad sus vidas puedan encontrar al Único que puede calmar su sed de Verdad, Jesucristo Nuestro Señor.
Si estás pensando volver a la Iglesia te animo a que lo hagas.
Te dejo con una serie de 5 vídeos cortos sobre la vida de San Agustín:
Acércate a una parroquia, pídele a Dios las fuerzas para hacerlo. Ánimo, Él te ama. Un abrazo y que Dios te bendiga.
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martes, 3 de marzo de 2009
Volvió a Casa - 1. San Pablo
Como prometí en mi anterior artículo, voy a dedicar los próximos a partir de éste a exponer brevemente la vida de un personaje importante de ayer o de hoy que haya sentido la llamada de Dios para caminar en la fe hacia Él.
No podíamos empezar por otro que no fuera San Pablo, el converso por excelencia, y mucho menos este año, que la Iglesia Católica ha marcado para la celebración de un Año Paulino en homenaje a tan importante santo.
San Pablo vivió durante muchos años como un judío ultraortodoxo, perfectamente conocedor de las doctrinas y la fe yavística. De hecho se destacó durante algún tiempo como uno de los más implacables perseguidores de los primeros cristianos y estuvo presente en el martirio de San Esteban, uno de los predicadores más activos y amigo de San Pedro.
Durante un viaje a Damasco en persecución de las comunidades cristianas que allí residían, Jesucristo se apareció a San Pablo y le preguntó que por qué le perseguía. Pablo cayó del caballo en que estaba montado y quedó ciego. Recuperó la vista de un modo milagroso en Damasco cuando uno de los cristianos de esas comunidades recibió de Dios la capacidad para curarle de su ceguera física. Al mismo tiempo el Señor le iba limpiando de su ceguera espiritual. Pablo dejó entonces de perseguir a los cristianos y se convirtió en un ferviente defensor de la causa de Cristo Jesús y de la incipiente Iglesia. Hizo numerosos viajes por el Mediterráneo para difundir la fe y escribió cartas a las comunidades cristianas de la época que son una referencia fundamental para los cristianos de toda época.
A continuación puedes ver un breve vídeo sobre la vida de este impresionante santo:
No podíamos empezar por otro que no fuera San Pablo, el converso por excelencia, y mucho menos este año, que la Iglesia Católica ha marcado para la celebración de un Año Paulino en homenaje a tan importante santo.
San Pablo vivió durante muchos años como un judío ultraortodoxo, perfectamente conocedor de las doctrinas y la fe yavística. De hecho se destacó durante algún tiempo como uno de los más implacables perseguidores de los primeros cristianos y estuvo presente en el martirio de San Esteban, uno de los predicadores más activos y amigo de San Pedro.
Durante un viaje a Damasco en persecución de las comunidades cristianas que allí residían, Jesucristo se apareció a San Pablo y le preguntó que por qué le perseguía. Pablo cayó del caballo en que estaba montado y quedó ciego. Recuperó la vista de un modo milagroso en Damasco cuando uno de los cristianos de esas comunidades recibió de Dios la capacidad para curarle de su ceguera física. Al mismo tiempo el Señor le iba limpiando de su ceguera espiritual. Pablo dejó entonces de perseguir a los cristianos y se convirtió en un ferviente defensor de la causa de Cristo Jesús y de la incipiente Iglesia. Hizo numerosos viajes por el Mediterráneo para difundir la fe y escribió cartas a las comunidades cristianas de la época que son una referencia fundamental para los cristianos de toda época.
A continuación puedes ver un breve vídeo sobre la vida de este impresionante santo:
Roguemos a San Pablo para que nos ayude a ser difusores fervientes del Evangelio de Jesucristo y de su Santa Iglesia, como é lo fue, y para que nos mantengamos fieles a Dios todos los días de nuestra vida, para poder llegar a compartir con Él la Vida Eterna.
Ánimo, reza a Dios y acércate a su Iglesia. Dios te quiere y cree en ti. Un abrazo y que Dios te bendiga.
Ánimo, reza a Dios y acércate a su Iglesia. Dios te quiere y cree en ti. Un abrazo y que Dios te bendiga.
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sábado, 28 de febrero de 2009
Ven a Casa
Es posible que tú que lees esto no seas creyente, que no vayas a Misa, que desconfíes de que la Iglesia pueda ayudarte en tu vida. Quiero animarte a que te acerques a la Iglesia Católica y descubras toda su riqueza, que descubras cuánto te quiere Dios, y cuánto espera con los brazos abiertos a que acudamos a Él para que nos pueda ayudar. La Iglesia Católica fue fundada por el propio Jesucristo y tiene ya más de dos mil años de historia.
Puede que tengas dudas a la hora de acercarte a una parroquia. Si es así, como escribí en otro artículo, te recomiendo que le hables directamente a Dios de tus miedos. Seguro que te soprendes con su amorosa respuesta. Es posible que hayas notado la actuación de Dios en tu vida y eso te haya dejado desconcertado. Quiero que sepas que no estás sólo en esa experiencia. Muchas personas de distintos momentos de la historia han sentido con fuerza esa llamada de Dios. En mis artículos anteriores he intentado contar, aunque sólo sea de forma muy resumida el vuelco que ha dado Dios a mi vida en los últimos años para acercarme a Él.
En los próximos artículos escribiré sobre algunas personas que han sentido una llamada fuerte de Dios, tanto de nuestra época como de otras, que confío en que sirvan para que tú que lees te sientas acompañado si estás viviendo una experiencia similar. Y si te has apartado de la Iglesia Católica durante algún tiempo, te animo con todas mis fuerzas a que regreses. Nuestro Padre Dios nos está esperando siempre con los brazos abiertos para darnos su Amor Infinito.
A continuación incluyo un vídeo que explica mucho mejor de lo que yo lo pueda hacer lo que es la Iglesia Católica, y te anima a que vuelvas a Ella:
Puede que tengas dudas a la hora de acercarte a una parroquia. Si es así, como escribí en otro artículo, te recomiendo que le hables directamente a Dios de tus miedos. Seguro que te soprendes con su amorosa respuesta. Es posible que hayas notado la actuación de Dios en tu vida y eso te haya dejado desconcertado. Quiero que sepas que no estás sólo en esa experiencia. Muchas personas de distintos momentos de la historia han sentido con fuerza esa llamada de Dios. En mis artículos anteriores he intentado contar, aunque sólo sea de forma muy resumida el vuelco que ha dado Dios a mi vida en los últimos años para acercarme a Él.
En los próximos artículos escribiré sobre algunas personas que han sentido una llamada fuerte de Dios, tanto de nuestra época como de otras, que confío en que sirvan para que tú que lees te sientas acompañado si estás viviendo una experiencia similar. Y si te has apartado de la Iglesia Católica durante algún tiempo, te animo con todas mis fuerzas a que regreses. Nuestro Padre Dios nos está esperando siempre con los brazos abiertos para darnos su Amor Infinito.
A continuación incluyo un vídeo que explica mucho mejor de lo que yo lo pueda hacer lo que es la Iglesia Católica, y te anima a que vuelvas a Ella:
Si te ha gustado el vídeo, te recomiendo que visites la página web de Católicos Regresen (pinchando en este link), la asociación católica estadounidense que ha lanzado esta bonita campaña.
Y cuando te decidas a volver, lo primero que te recomiendo que hagas es que busques una parroquia cerca de tu casa que ofrezca formación en la fe para personas adultas (como ya te recomendé en mi artículo "Busca una parroquia"). Puedes usar el magnífico buscador de parroquias que ofrece la página web misas.org.
Ánimo, vuelve a la Iglesia. Dios te quiere y cree en ti. Un abrazo y que Dios te bendiga.
Y cuando te decidas a volver, lo primero que te recomiendo que hagas es que busques una parroquia cerca de tu casa que ofrezca formación en la fe para personas adultas (como ya te recomendé en mi artículo "Busca una parroquia"). Puedes usar el magnífico buscador de parroquias que ofrece la página web misas.org.
Ánimo, vuelve a la Iglesia. Dios te quiere y cree en ti. Un abrazo y que Dios te bendiga.
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miércoles, 25 de febrero de 2009
Reza el Santo Rosario
Una de las cosas más bonitas que me regaló el Señor durante la peregrinación a Roma en 2007 fue el iniciarme en el rezo del Santo Rosario. Desde entonces lo he rezado casi todos los días. Al principio simplemente sentía curiosidad por saber en qué consistía aquello. Como ya he contado en otros artículos, durante esa peregrinación sentí un deseo fuerte de conocer realmente esa felicidad y sentido de la vida que veía en la mayoría de los peregrinos que me rodeaban.
Mis primeros Rosarios los compré en esos días, uno en Asís y otro en el Vaticano. Siempre había sentido mucha curiosidad por saber qué era eso del Rosario, y me llamaba la atención porque me recordaba a unos collares de cuentas que sabía que se utilizaban para la meditación de mantras en algunas religiones orientales. Pero tenía una idea muy lejana de esta devoción, como si fuera algo propio de siniestros monjes medievales o algo así, o bien de personas masoquistas o de ancianas aburridas. Dios utilizó el momento que Él creyó más propicio para hacerme ver que estaba totalmente equivocado.
Cuando estábamos en Castelgandolfo, en la plaza principal frente a la residencia papal, todavía tratando de asimilar la emoción de haber visto y oído al Papa dirigiéndose a nosotros desde su balcón, me repartieron un folletito en el que se explicaba cómo rezar el Rosario. Tenía la sensación de como si Dios me estuviera diciendo "si de verdad quieres cambiar tu vida cultivando el encuentro con Cristo como te dice el Papa, esto es lo que debes hacer a partir de ahora". Por supuesto, las palabras no me venían así a la cabeza entonces, pero sí intuía que era un momento importante. Mi primer Rosario lo había rezado la noche anterior en el autobús, dirigido por un cura que hablaba por el micrófono. Recuerdo que recé mucho por ese encuentro con el Papa. Y lo recé por segunda vez un rato después del encuentro, dando vueltas por el patio que da entrada a la Basílica de San Pablo Extramuros junto a otros peregrinos, entre ellos el cura que nos acompañaba y el seminarista de quien escribí en otro artículo sobre la peregrinación.
Desde entonces lo he rezado casi todos los días, y visto en perspectiva creo que es el mejor regalo que me ha podido hacer Dios para ayudarme a acercarme a Él. En el Rosario nos agarramos de la mano de nuestra Madre María para que nos lleve de forma segura a Dios. Durante siglos millones de católicos se han acercado a los misterios de la fe católica gracias a esta maravillosa devoción.
La mecánica del Rosario es bastante sencilla. Lo único que nos hace falta es un pequeño esfuerzo por nuestra parte para dedicarle los veinte minutos o media hora que suele llevar. Pero ese esfuerzo es minúsculo en comparación con la alegría que da el saber que nos estamos poniendo en las mejores manos: las de María. Son las manos de Alguien que nos quiere mucho más de lo que nosotros nos podamos imaginar y que hará todo lo posible para conducirnos dulcemente a la Casa del Padre.
No hace falta ser culto ni sabio para rezar el Rosario. Pero Dios no necesita gente culta ni sabia, porque Él es todo Sabiduría. Sólo hace falta rezar con ilusión y confianza a María para que interceda por nosotros en todo momento, y al Padre para que tenga paciencia con nosotros, no mire con dureza nuestros fallos y nos ayude a quererLo más cada día, para que todos juntos podamos gozar en Su presencia algún día. Si algún día llegamos al Cielo, seguro que será porque María nos ayude.
Si quieres aprender a rezar el Rosario, te recomiendo que compres uno en alguna tienda de artículos religiosos. Por ejemplo en España puedes encontrarlos fácilmente en tiendas como las librerías Paulinas, o algunas tiendas en las proximidades de las catedrales, santuarios o incluso en algunas parroquias. Los hay por muy poco dinero. Los que me compré en una tienda cerca del Vaticano me costaron un euro cada uno, por ejemplo. Por como mucho dos ó tres euros deberías poder comprar tu Rosario.
A continuación incluyo un enlace en el que puedes ver de forma gráfica cómo se utilizan las cuentas en el rezo del Santo Rosario. En esta página se incluye también enlaces que llevan a las oraciones que hay que rezar en cada uno de los puntos:
http://www.ewtn.com/spanish/prayers/rosario/cuentas.htm#Modo
Debes saber que el rezo del Santo Rosario varía según el día en que estemos. En el siguiente enlace puedes ver una introducción general al significado de esta devoción, y una presentación esquemática de qué misterio se reza cada día de la semana. Además, si pinchas en la sección "Audio" debajo de cada uno de los misterios, podrás escuchar una grabación que te acompaña en en rezo del Rosario:
http://www.ewtn.com/spanish/prayers/rosario/main_index.htm
Te animo con todas mis fuerzas a que reces el Rosario si todavía no lo haces, y si puedes, que lo reces a diario. Verás que eso te irá transfomando hacia una mayor serenidad y una mayor facilidad para confiar en Dios.
Ánimo. Cree en Dios, habla con Él, acude a su Iglesia. Dios cree en ti y te espera con los brazos abiertos.
Un abrazo y que Dios te bendiga.
Mis primeros Rosarios los compré en esos días, uno en Asís y otro en el Vaticano. Siempre había sentido mucha curiosidad por saber qué era eso del Rosario, y me llamaba la atención porque me recordaba a unos collares de cuentas que sabía que se utilizaban para la meditación de mantras en algunas religiones orientales. Pero tenía una idea muy lejana de esta devoción, como si fuera algo propio de siniestros monjes medievales o algo así, o bien de personas masoquistas o de ancianas aburridas. Dios utilizó el momento que Él creyó más propicio para hacerme ver que estaba totalmente equivocado.
Cuando estábamos en Castelgandolfo, en la plaza principal frente a la residencia papal, todavía tratando de asimilar la emoción de haber visto y oído al Papa dirigiéndose a nosotros desde su balcón, me repartieron un folletito en el que se explicaba cómo rezar el Rosario. Tenía la sensación de como si Dios me estuviera diciendo "si de verdad quieres cambiar tu vida cultivando el encuentro con Cristo como te dice el Papa, esto es lo que debes hacer a partir de ahora". Por supuesto, las palabras no me venían así a la cabeza entonces, pero sí intuía que era un momento importante. Mi primer Rosario lo había rezado la noche anterior en el autobús, dirigido por un cura que hablaba por el micrófono. Recuerdo que recé mucho por ese encuentro con el Papa. Y lo recé por segunda vez un rato después del encuentro, dando vueltas por el patio que da entrada a la Basílica de San Pablo Extramuros junto a otros peregrinos, entre ellos el cura que nos acompañaba y el seminarista de quien escribí en otro artículo sobre la peregrinación.
Desde entonces lo he rezado casi todos los días, y visto en perspectiva creo que es el mejor regalo que me ha podido hacer Dios para ayudarme a acercarme a Él. En el Rosario nos agarramos de la mano de nuestra Madre María para que nos lleve de forma segura a Dios. Durante siglos millones de católicos se han acercado a los misterios de la fe católica gracias a esta maravillosa devoción.
La mecánica del Rosario es bastante sencilla. Lo único que nos hace falta es un pequeño esfuerzo por nuestra parte para dedicarle los veinte minutos o media hora que suele llevar. Pero ese esfuerzo es minúsculo en comparación con la alegría que da el saber que nos estamos poniendo en las mejores manos: las de María. Son las manos de Alguien que nos quiere mucho más de lo que nosotros nos podamos imaginar y que hará todo lo posible para conducirnos dulcemente a la Casa del Padre.
No hace falta ser culto ni sabio para rezar el Rosario. Pero Dios no necesita gente culta ni sabia, porque Él es todo Sabiduría. Sólo hace falta rezar con ilusión y confianza a María para que interceda por nosotros en todo momento, y al Padre para que tenga paciencia con nosotros, no mire con dureza nuestros fallos y nos ayude a quererLo más cada día, para que todos juntos podamos gozar en Su presencia algún día. Si algún día llegamos al Cielo, seguro que será porque María nos ayude.
Si quieres aprender a rezar el Rosario, te recomiendo que compres uno en alguna tienda de artículos religiosos. Por ejemplo en España puedes encontrarlos fácilmente en tiendas como las librerías Paulinas, o algunas tiendas en las proximidades de las catedrales, santuarios o incluso en algunas parroquias. Los hay por muy poco dinero. Los que me compré en una tienda cerca del Vaticano me costaron un euro cada uno, por ejemplo. Por como mucho dos ó tres euros deberías poder comprar tu Rosario.
A continuación incluyo un enlace en el que puedes ver de forma gráfica cómo se utilizan las cuentas en el rezo del Santo Rosario. En esta página se incluye también enlaces que llevan a las oraciones que hay que rezar en cada uno de los puntos:
http://www.ewtn.com/spanish/prayers/rosario/cuentas.htm#Modo
Debes saber que el rezo del Santo Rosario varía según el día en que estemos. En el siguiente enlace puedes ver una introducción general al significado de esta devoción, y una presentación esquemática de qué misterio se reza cada día de la semana. Además, si pinchas en la sección "Audio" debajo de cada uno de los misterios, podrás escuchar una grabación que te acompaña en en rezo del Rosario:
http://www.ewtn.com/spanish/prayers/rosario/main_index.htm
Te animo con todas mis fuerzas a que reces el Rosario si todavía no lo haces, y si puedes, que lo reces a diario. Verás que eso te irá transfomando hacia una mayor serenidad y una mayor facilidad para confiar en Dios.
Ánimo. Cree en Dios, habla con Él, acude a su Iglesia. Dios cree en ti y te espera con los brazos abiertos.
Un abrazo y que Dios te bendiga.
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martes, 10 de febrero de 2009
Busca una parroquia
Es posible que hayas estado rezando durante algún tiempo y sientas la necesidad de dar un paso más en tu camino hacia Dios. Él, que te quiere infinitamente más que nadie, te espera con los brazos abiertos en todas y cada una de Sus parroquias.
Es posible que tengas miedo de acercarte a una parroquia porque piensas que la gente que va a las parroquias es distinta de ti. O es posible que tengas miedo de acercarte porque piensas que se van a burlar de ti por acercarte a la Iglesia ya de adulto. Conozco de primera mano todos esos miedos porque yo también los sentía antes. Pero Dios no tiene ningún miedo de nuestro miedos y nos llama hacia Si para darnos la verdadera paz y felicidad.
Te animo a que te acerques a tu parroquia más cercana y le preguntes a un sacerdote qué posibilidades hay para que tú te integres en algún grupo de catequesis para adultos. Es posible que no haya ninguno en esa misma parroquia, pero el sacerdote te podrá orientar sobre adónde puedes ir. Y no te desanimes si no encuentras la información que necesitas a la primera, porque es posible que las personas a las que pidas consejo se queden algo sorprendidas y no sepan bien adónde orientarte en un primer momento. Pero Dios sí sabe muy bien lo que quiere para tu vida, y si tú te decides a cooperar con Él, no parará hasta colocarte en el sitio en que encajes como un
guante.
Te animo entonces a que te acerques a preguntar a tu parroquia más cercana. A continuación incluyo también el enlace de una página web con un buscador de Misas en España (si alguno me leéis desde otro país, seguro que existe una página similar en otros países). La página es esta:
http://www.misas.org/
Ánimo, Dios cree en ti. Un abrazo y que Dios te bendiga.
Es posible que tengas miedo de acercarte a una parroquia porque piensas que la gente que va a las parroquias es distinta de ti. O es posible que tengas miedo de acercarte porque piensas que se van a burlar de ti por acercarte a la Iglesia ya de adulto. Conozco de primera mano todos esos miedos porque yo también los sentía antes. Pero Dios no tiene ningún miedo de nuestro miedos y nos llama hacia Si para darnos la verdadera paz y felicidad.
Te animo a que te acerques a tu parroquia más cercana y le preguntes a un sacerdote qué posibilidades hay para que tú te integres en algún grupo de catequesis para adultos. Es posible que no haya ninguno en esa misma parroquia, pero el sacerdote te podrá orientar sobre adónde puedes ir. Y no te desanimes si no encuentras la información que necesitas a la primera, porque es posible que las personas a las que pidas consejo se queden algo sorprendidas y no sepan bien adónde orientarte en un primer momento. Pero Dios sí sabe muy bien lo que quiere para tu vida, y si tú te decides a cooperar con Él, no parará hasta colocarte en el sitio en que encajes como un
guante.
Te animo entonces a que te acerques a preguntar a tu parroquia más cercana. A continuación incluyo también el enlace de una página web con un buscador de Misas en España (si alguno me leéis desde otro país, seguro que existe una página similar en otros países). La página es esta:
http://www.misas.org/
Ánimo, Dios cree en ti. Un abrazo y que Dios te bendiga.
jueves, 5 de febrero de 2009
Empezar a rezar
Puede que estés leyendo este artículo y no creas que Dios existe. Si es así te sugiero que pruebes a hablar con Él, aunque sólo sea por si acaso. Es más que probable que te veas muy sorprendido de Su respuesta. Independientemente de lo que nosotros pensemos o creamos, Él sí que cree en nosotros, y está esperándonos con los brazos abiertos. Si nunca has rezado, si nunca has hablado con Él, puedes estar seguro de que Él lleva toda la vida esperando a que des ese paso.
Cuando yo empecé a rezar, aún no me había acercado a la Iglesia, y a menudo simplemente le preguntaba cosas o le pedía cosas. Después quise rezar las únicas oraciones que me sonaban a duras penas de las clases de religión del colegio público en que estudié de niño: el Padre Nuestro y el Ave María. Sin embargo no las recordaba del todo, y tenía miedo de rezar en público en voz alta (por ejemplo en Misa o en el colegio católico en el que trabajé) porque pensaba que me iba a equivocar. También me daba vergüenza preguntar a alguien que me enseñara esas oraciones, porque tenía la sensación de que se reirían de mi ignorancia. En las catequesis de mi parroquia por fin recibí un librito con un buen compendio de oraciones y otras nociones básicas para la vida de fe de un católico.
Por si estás en el caso que mencionaba antes, incluyo a continuación el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, probablemente las oraciones más rezadas a diario por los católicos de todo el mundo. Como me decía un amigo hace poco "no te prives de rezar, que el mundo lo necesita ahora muchísimo".
El PADRE NUESTRO
Padre Nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
El AVE MARÍA
Dios te salve, María ;
llena eres de gracia; el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
El GLORIA
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
En el siguiente enlace puedes encontrar también una excelente recopilación de las más importantes oraciones católicas:
http://www.ewtn.com/spanish/prayers/oracion.htm
Un abrazo y gracias por leer. Que Dios te bendiga
Cuando yo empecé a rezar, aún no me había acercado a la Iglesia, y a menudo simplemente le preguntaba cosas o le pedía cosas. Después quise rezar las únicas oraciones que me sonaban a duras penas de las clases de religión del colegio público en que estudié de niño: el Padre Nuestro y el Ave María. Sin embargo no las recordaba del todo, y tenía miedo de rezar en público en voz alta (por ejemplo en Misa o en el colegio católico en el que trabajé) porque pensaba que me iba a equivocar. También me daba vergüenza preguntar a alguien que me enseñara esas oraciones, porque tenía la sensación de que se reirían de mi ignorancia. En las catequesis de mi parroquia por fin recibí un librito con un buen compendio de oraciones y otras nociones básicas para la vida de fe de un católico.
Por si estás en el caso que mencionaba antes, incluyo a continuación el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, probablemente las oraciones más rezadas a diario por los católicos de todo el mundo. Como me decía un amigo hace poco "no te prives de rezar, que el mundo lo necesita ahora muchísimo".
El PADRE NUESTRO
Padre Nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
El AVE MARÍA
Dios te salve, María ;
llena eres de gracia; el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
El GLORIA
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
En el siguiente enlace puedes encontrar también una excelente recopilación de las más importantes oraciones católicas:
http://www.ewtn.com/spanish/prayers/oracion.htm
Un abrazo y gracias por leer. Que Dios te bendiga
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Gloria,
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Padre Nuestro,
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miércoles, 28 de enero de 2009
Mucho más de lo que me imaginaba
En los primeros días de agosto de 2007 viví un acontecimiento que iba a cambiar mi vida radicalmente. Hacía entonces poco más de un año desde que había recibido los sacramentos de la Primera Comunión y la Confirmación. Entonces fue cuando Dios quiso que me apuntase a una peregrinación de jóvenes a Roma para visitar al Papa Benedicto XVI, organizada por la archidiócesis de Madrid, encabezada por nuestro querido cardenal-arzobispo D. Antonio María Rouco Varela.
Tengo que reconocer que en un primer momento mi principal motivación para apuntarme a esta peregrinación era hacer turismo y conocer Italia, pero pronto me di cuenta de que aquello iba a ir mucho más allá de un simple viaje. La peregrinación formaba parte del magnífico proyecto pastoral titulado Misión Joven que se está desarrollando en Madrid. Como su propio nombre indica, los peregrinos éramos jóvenes, teníamos una edad que oscilaba entre los dieciséis o diecisiete años hasta los treinta y pico. Con mis treinta y un años yo me encontraba entre los veteranos del grupo. Éramos más de cuatro mil personas en el día en que el Papa nos recibió en su residencia de verano de Castelgandolfo, en las afueras de Roma.
La mejor forma en que puedo resumir mis impresiones sobre aquellos días de agosto es diciendo que me sentía como si estuviera entre extraterrestres. Ante mis ojos tenía a una multitud de jóvenes que hablaban de cosas de las que jamás había oído hablar, que vivían de una forma a la que no estaba nada acostumbrado, que transmitían una felicidad y una serenidad verdaderamente llamativas. Casi todos estos peregrinos venían de grupos parroquiales y distintos movimientos de la Iglesia, y quien más quien menos, todos habían tenido ya algún contacto con vivencias grupales de fe parecidas a esta. Por eso casi todos se conocían entre ellos, cantaban las mismas canciones con sus guitarras, compartían chistes, y se aguantaban de muy buen grado en condiciones a menudo incómodas por la falta de sueño, el calor y otras incomodidades.
Yo sólo intentaba empezar a enterarme de qué estaba pasando allí. Al principio me lamentaba de haberme apuntado a algo así, porque me sentía muy perdido y pensaba que iba a estar muy sólo entre tantos desconocidos. Pero Dios lo tenía todo muy calculado y se encargó de poner a mi lado a las personas idóneas. Sentado junto a mi en el autocar iba un chico un poco más joven que yo que estaba a punto de ingresar en el seminario después de haber dejado un buen puesto de trabajo. Al principio pensé que él era muy distinto a mi y que me resultaría difícil mantener una conversación, pero pronto me di cuenta de lo equivocado que estaba. Al conversar con él iba aprendiendo cómo había actuado el Señor en su vida, acercándolo a Sí con dulzura, y me iba dando cuenta de cómo era posible que hubiera dado ese paso. No pude tener más suerte que tenerlo a mi lado en esa peregrinación. Yo tenía cien mil dudas de todas las cosas que veía hacer a los peregrinos porque por aquel entonces en realidad sabía poquísimo todavía de la Santa Iglesia a la que Dios me estaba acercando. Este compañero de viaje iba aclarando todas mis dudas, y su propio comportamiento y apoyo en momentos en los que yo me sentía solo y perdido me daba el mejor ejemplo posible de amor cristiano.
A medida que pasaban los días notaba como mi miedo a sentirme rechazado por todo ese montón de "extraterrestres" se iba desvaneciendo, e iba dejando paso a una sensación de profunda felicidad y agradecimiento a Dios, a quien veía actuar a través de mis compañeros de viaje para hacerme saber que yo también era bienvenido allí, que no era un error haberme apuntado a la peregrinación, que esa Iglesia era también mi Iglesia, y que quizá yo era también otro "extraterrestre" y no me había dado cuenta hasta entonces.
Disfrutaba muchísimo aprendiendo a rezar Laudes por la mañana, Vísperas por la tarde-noche, y Completas por la noche. Yo no sabía hasta entonces lo que era la Liturgia de las Horas, y al principio me sonaba a chino, me sonaba a algo propio de monjes medievales masoquistas o algo así. Pero cuando vi la alegría que sentía al rezar, algo que nunca había sentido así antes, sabía que eso me estaba haciendo muchísimo bien.
Me impresionaba mucho también ver la actitud que tenían los adolescentes en las oraciones. Al ser profesor, yo estaba acostumbrado a tratar con adolescentes, y sabía hasta qué punto puede volverse caprichosos y egoístas, pero allí veía muy poco de esto en ellos. Yo pensaba que era increíble que toda esta gente viniera de la misma ciudad que yo. En Madrid yo estaba acostumbrado a ver gente malhumorada y triste y no podía entender cómo era posible que todos estos peregrinos, madrileños como yo, tuvieran esas sonrisas de oreja a oreja a pesar del calor y el cansancio. Si les pasaba a todos, si hasta me estaba pasando a mi también, no podía ser casualidad, tenía que ser que verdaderamente el Espíritu Santo estaba actuando con fuerza en nosotros. Cuando caí en la cuenta de ello me quedé muy impresionado, y empecé a recordar cómo poco más de un año antes había recibido el sacramento de la Confirmación, y con él la fuerza del Espíritu. Pero hasta que no fui a esta peregrinación no me di cuenta en realidad de qué suponía esta intervención de Dios en mi vida.
En la peregrinación caí en la cuenta de hasta qué punto la vida unidos a Dios y a Su Iglesia estaban llenos de una riqueza infinita, inexistente en todas las demás áreas de la vida en nuestro mundo. Me di cuenta entonces de que la Iglesia, todas sus tradiciones, todos sus santos, todos sus mártires, todo su patrimonio de sabiduría, eran reflejos de la grandeza de Dios, y no simples invenciones humanas.
Cuando volví a Madrid de esa peregrinación a Roma, sólo quería que mi vida a partir de ese momento fuera una continuación de lo que allí había experimentado. "No dejéis de cultivar vosotros mismos el encuentro personal con Cristo, de tenerlo siempre en el centro de vuestro corazón...", nos dijo el Santo Padre aquel día de agosto, "...pues así toda vuestra vida se convertirá en misión; dejaréis transparentar al Cristo que vive en vosotros". A menudo recuerdo esas palabras del Papa, y me pregunto si estoy respondiendo bien a ese consejo. Desde aquel día no he parado de aprender sobre la belleza de la Iglesia, y la belleza de la vida a la que estamos llamados a vivir como cristianos.
Sé lo difícil que puede resultar para alguien que no conoce la Iglesia acercarse e intentar integrarse en una vida nueva en la fe, porque lo he vivido en primera persona. Pero estoy convencido de cuánto merece la pena, el premio es nada menos que la felicidad eterna junto a Dios, y el ciento por uno aquí en la tierra. A través de la Iglesia, Dios nos tiende su mano para llevarnos adelante en medio de un mundo como éste, cada día más frío y hostil. Él nos acompaña, se involucra en nuestras vidas para transformarlas y darnos la verdadera felicidad, y nos deja en la boca un sabor dulce y en el corazón una paz verdadera, anticipos de las maravillas que nos prepara para la otra vida.
A partir de ahora voy a ir escribiendo en este blog las cosas que he ido aprendiendo sobre la Iglesia y que tanto me ayudan. Si tratas de acercarte a Dios, no estás sólo, aunque alguna gente arme mucho escándalo intentando convencerte de lo contrario. Espero que tú que estás leyendo puedas encontrar de utilidad alguno de los articulos que incluya, que encuentres aquí estímulos y pistas que te ayuden en tu camino hacia Dios, si Él así lo quiere.
Gracias por leer, y que Dios te bendiga siempre.
Tengo que reconocer que en un primer momento mi principal motivación para apuntarme a esta peregrinación era hacer turismo y conocer Italia, pero pronto me di cuenta de que aquello iba a ir mucho más allá de un simple viaje. La peregrinación formaba parte del magnífico proyecto pastoral titulado Misión Joven que se está desarrollando en Madrid. Como su propio nombre indica, los peregrinos éramos jóvenes, teníamos una edad que oscilaba entre los dieciséis o diecisiete años hasta los treinta y pico. Con mis treinta y un años yo me encontraba entre los veteranos del grupo. Éramos más de cuatro mil personas en el día en que el Papa nos recibió en su residencia de verano de Castelgandolfo, en las afueras de Roma.
La mejor forma en que puedo resumir mis impresiones sobre aquellos días de agosto es diciendo que me sentía como si estuviera entre extraterrestres. Ante mis ojos tenía a una multitud de jóvenes que hablaban de cosas de las que jamás había oído hablar, que vivían de una forma a la que no estaba nada acostumbrado, que transmitían una felicidad y una serenidad verdaderamente llamativas. Casi todos estos peregrinos venían de grupos parroquiales y distintos movimientos de la Iglesia, y quien más quien menos, todos habían tenido ya algún contacto con vivencias grupales de fe parecidas a esta. Por eso casi todos se conocían entre ellos, cantaban las mismas canciones con sus guitarras, compartían chistes, y se aguantaban de muy buen grado en condiciones a menudo incómodas por la falta de sueño, el calor y otras incomodidades.
Yo sólo intentaba empezar a enterarme de qué estaba pasando allí. Al principio me lamentaba de haberme apuntado a algo así, porque me sentía muy perdido y pensaba que iba a estar muy sólo entre tantos desconocidos. Pero Dios lo tenía todo muy calculado y se encargó de poner a mi lado a las personas idóneas. Sentado junto a mi en el autocar iba un chico un poco más joven que yo que estaba a punto de ingresar en el seminario después de haber dejado un buen puesto de trabajo. Al principio pensé que él era muy distinto a mi y que me resultaría difícil mantener una conversación, pero pronto me di cuenta de lo equivocado que estaba. Al conversar con él iba aprendiendo cómo había actuado el Señor en su vida, acercándolo a Sí con dulzura, y me iba dando cuenta de cómo era posible que hubiera dado ese paso. No pude tener más suerte que tenerlo a mi lado en esa peregrinación. Yo tenía cien mil dudas de todas las cosas que veía hacer a los peregrinos porque por aquel entonces en realidad sabía poquísimo todavía de la Santa Iglesia a la que Dios me estaba acercando. Este compañero de viaje iba aclarando todas mis dudas, y su propio comportamiento y apoyo en momentos en los que yo me sentía solo y perdido me daba el mejor ejemplo posible de amor cristiano.
A medida que pasaban los días notaba como mi miedo a sentirme rechazado por todo ese montón de "extraterrestres" se iba desvaneciendo, e iba dejando paso a una sensación de profunda felicidad y agradecimiento a Dios, a quien veía actuar a través de mis compañeros de viaje para hacerme saber que yo también era bienvenido allí, que no era un error haberme apuntado a la peregrinación, que esa Iglesia era también mi Iglesia, y que quizá yo era también otro "extraterrestre" y no me había dado cuenta hasta entonces.
Disfrutaba muchísimo aprendiendo a rezar Laudes por la mañana, Vísperas por la tarde-noche, y Completas por la noche. Yo no sabía hasta entonces lo que era la Liturgia de las Horas, y al principio me sonaba a chino, me sonaba a algo propio de monjes medievales masoquistas o algo así. Pero cuando vi la alegría que sentía al rezar, algo que nunca había sentido así antes, sabía que eso me estaba haciendo muchísimo bien.
Me impresionaba mucho también ver la actitud que tenían los adolescentes en las oraciones. Al ser profesor, yo estaba acostumbrado a tratar con adolescentes, y sabía hasta qué punto puede volverse caprichosos y egoístas, pero allí veía muy poco de esto en ellos. Yo pensaba que era increíble que toda esta gente viniera de la misma ciudad que yo. En Madrid yo estaba acostumbrado a ver gente malhumorada y triste y no podía entender cómo era posible que todos estos peregrinos, madrileños como yo, tuvieran esas sonrisas de oreja a oreja a pesar del calor y el cansancio. Si les pasaba a todos, si hasta me estaba pasando a mi también, no podía ser casualidad, tenía que ser que verdaderamente el Espíritu Santo estaba actuando con fuerza en nosotros. Cuando caí en la cuenta de ello me quedé muy impresionado, y empecé a recordar cómo poco más de un año antes había recibido el sacramento de la Confirmación, y con él la fuerza del Espíritu. Pero hasta que no fui a esta peregrinación no me di cuenta en realidad de qué suponía esta intervención de Dios en mi vida.
En la peregrinación caí en la cuenta de hasta qué punto la vida unidos a Dios y a Su Iglesia estaban llenos de una riqueza infinita, inexistente en todas las demás áreas de la vida en nuestro mundo. Me di cuenta entonces de que la Iglesia, todas sus tradiciones, todos sus santos, todos sus mártires, todo su patrimonio de sabiduría, eran reflejos de la grandeza de Dios, y no simples invenciones humanas.
Cuando volví a Madrid de esa peregrinación a Roma, sólo quería que mi vida a partir de ese momento fuera una continuación de lo que allí había experimentado. "No dejéis de cultivar vosotros mismos el encuentro personal con Cristo, de tenerlo siempre en el centro de vuestro corazón...", nos dijo el Santo Padre aquel día de agosto, "...pues así toda vuestra vida se convertirá en misión; dejaréis transparentar al Cristo que vive en vosotros". A menudo recuerdo esas palabras del Papa, y me pregunto si estoy respondiendo bien a ese consejo. Desde aquel día no he parado de aprender sobre la belleza de la Iglesia, y la belleza de la vida a la que estamos llamados a vivir como cristianos.
Sé lo difícil que puede resultar para alguien que no conoce la Iglesia acercarse e intentar integrarse en una vida nueva en la fe, porque lo he vivido en primera persona. Pero estoy convencido de cuánto merece la pena, el premio es nada menos que la felicidad eterna junto a Dios, y el ciento por uno aquí en la tierra. A través de la Iglesia, Dios nos tiende su mano para llevarnos adelante en medio de un mundo como éste, cada día más frío y hostil. Él nos acompaña, se involucra en nuestras vidas para transformarlas y darnos la verdadera felicidad, y nos deja en la boca un sabor dulce y en el corazón una paz verdadera, anticipos de las maravillas que nos prepara para la otra vida.
A partir de ahora voy a ir escribiendo en este blog las cosas que he ido aprendiendo sobre la Iglesia y que tanto me ayudan. Si tratas de acercarte a Dios, no estás sólo, aunque alguna gente arme mucho escándalo intentando convencerte de lo contrario. Espero que tú que estás leyendo puedas encontrar de utilidad alguno de los articulos que incluya, que encuentres aquí estímulos y pistas que te ayuden en tu camino hacia Dios, si Él así lo quiere.
Gracias por leer, y que Dios te bendiga siempre.
sábado, 24 de enero de 2009
Mi Primera Comunión
Recuerdo cómo durante esos primeros meses falleció el Papa Juan Pablo II (haciendo su transición al Cielo), y comenzó su papado Benedicto XVI, y yo viví con gran emoción todos esos acontecimientos, sobre todo porque en el colegio donde trabajaba se habló mucho sobre todo ello. Por aquellos días a veces compraba el periódico "La Gaceta de los Negocios", con la excusa de aprender a invertir en bolsa, pero en realidad más de una vez lo compré para leerme la magnífica sección de religión que publican. Así iba siguiendo con mucha emoción los primeros pasos de Benedicto XVI como Papa. Poco después, durante el verano de 2005, también me compré la "Gaceta" para informarme de las Jornadas Mundiales de la Juventud en Colonia, en las que el nuevo Papa se reunía por primera vez en su pontificado con las multitudes de jóvenes católicos de todo el mundo, sedientos de un modo de vida auténtico que el mundo no ofrece, la vida fundada en Cristo Jesús.
Mientras tanto seguía yendo todos los domingos a Misa, también durante el verano, como conté en mi anterior entrada. Me ponía al fondo del todo en mi parroquia, por miedo a hacer algo que no correspondiera, como levantarme o sentarme a destiempo, contestar las palabras incorrectas en las oraciones, dar mal la paz, o cualquier cosa por el estilo. Trataba de observar y aprender de todos los que veía cómo tenía que estar en Misa, y todos esos detalles que acabo de comentar, que pueden parecer una bobada para alguien que ha ido a Misa desde pequeño, pero que para alguien que llega de nuevas, intimida mucho, o al menos así lo viví yo. Poco a poco me iba sintiendo más cómodo en Misa, de todos modos, pero pronto me vino una nueva inquietud. Casi todos los parroquianos acudían a comulgar, y yo, que no hice mi Primera Comunión de pequeño, sentía cada vez más ganas de hacer como todos ellos y acercarme a Jesucristo para recibir Su Santísimo Sacramento.
Cuando yo era niño mis padres pensaron que era mejor que no hiciera la Primera Comunión, con la idea de dejar que fuera yo el que decidiera en mi edad adulta si era algo que quería o no hacer. Llegado a este punto de mi vida, a mis 29 años, yo quería recibir la Comunión, pero no sabía qué tenía que hacer, a quién tenía que dirigirme. No me atrevía a decirlo en el colegio donde trabajaba, porque temía que si se enteraban de mi situación, les pudiera parecer tan chocante que mi puesto de trabajo pudiera correr peligro (aunque mirándolo ahora con la perspectiva del tiempo pasado, lo más seguro es que me hubieran ayudado de muy buen grado si se lo hubiera pedido). Así que lo que hice fue acercarme al despacho parroquial de mi parroquia, y con una sensación de una mezcla de miedo y vergüenza, le conté mi situación al sacerdote que estaba atendiendo en ese momento, y le pregunté qué posibilidades había para alguien como yo de recibir catequesis de Primera Comunión. El sacerdote fue muy amable y comprensivo, y me informó de que en mi parroquia existía (y existe) un grupo de Confirmación para adultos, y que me podía incorporar a él en octubre, y prepararme para recibir tanto la Primera Comunión como la Confirmación. Dios me trató tan bien que me llevó al sitio perfecto. Luego me enteré de que no es nada fácil encontrar grupos de catequesis para adultos en la mayoría de las parroquias.
Las catequesis nos las impartía cada sábado por la tarde una monja mayor en cuanto a su edad, pero jovencísima de espíritu, que nos acogió a los que nos incorporamos ese octubre como si fuéramos sus propios hijos o nietos. Tanto yo como las otras personas que llegábamos al grupo teníamos grabados todavía a fuego distintas magulladuras que la vida nos había ido dejando. Esta mujer increíble nos hizo creer que realmente éramos capaces de vivir como Dios quería de nosotros, que estábamos hechos para mucho más que para la mediocridad en la que habíamos vivido durante tanto tiempo. Muchas de las frases que nos dijo en esas primeras tardes todavía resuenan en mi cabeza: "lo que viene de Dios, el Bien, no hace ruido, a diferencia del mal que hace ruido, pero hay muchísimo Bien en el mundo, no os dejéis engañar" (hace poco oí una cita de San Agustín parecida que dice algo así como que los cántaros vacíos hacen mucho más ruido que los que están llenos), "cuando amas a una persona, es parecido a cuando cuidas a una planta; le das amor y parece como si esa persona creciera" (eso fue lo que ella hizo con nosotros), "Jesucristo decía que se sabrá que somos sus discípulos por cómo nos amamos los unos a los otros" (como se lee en el Evangelio de San Juan 13:35; ella era un ejemplo perfecto de esto, y efectivamente el amor entre los discípulos fue precisamente lo que me hizo saber que en la Iglesia Católica estaba la Verdad, lo que estaba buscando).
Después de unos muy bonitos meses de preparación en los que el Espíritu Santo iba trabajando mi interior y superando mis reticencias y miedos, y ayudándome a saltar por encima de los restos de la tristeza de los años anteriores, por fin recibí mi Primera Comunión el 2 de abril de 2006, un día antes de cumplir los 30 años (¡feliz coincidencia!), en una convivencia que celebramos en Alcalá de Henares. Me sentí muy feliz y muy arropado por todos mis compañeros del grupo de catequesis de adultos de la parroquia. El 27 de mayo del mismo año recibí el sacramento de la Confirmación, y el Espíritu Santo que recibí ese día ha actuado con tanta fuerza en mi vida desde entonces que casi me resulta increíble cuando miro atrás.
Recuerdo que en ese momento, tanto antes de mi Primera Comunión como de mi Confirmación, tenía la sensación de no estar preparado, como si tuviera que hacer más cosas para prepararme. Ahora me doy cuenta de que la preparación no la hacía yo sino Él, y que el momento lo decidía Él también. A mi me tocaba el grandísimo honor de obedecerle y dejar que me fuera transformando. Me decían entonces algunos compañeros de la parroquia "no te preocupes, la preparación dura toda la vida". ¡Cuánto razón tenían! Dios quiera que pueda yo permanecer a su lado, convirtiéndome, dejándome hacer por Él, hasta el día en que me quiera llevar a la otra vida, y que esa vida la pueda vivir junto a Él y todos mis seres queridos para siempre.
Mientras tanto seguía yendo todos los domingos a Misa, también durante el verano, como conté en mi anterior entrada. Me ponía al fondo del todo en mi parroquia, por miedo a hacer algo que no correspondiera, como levantarme o sentarme a destiempo, contestar las palabras incorrectas en las oraciones, dar mal la paz, o cualquier cosa por el estilo. Trataba de observar y aprender de todos los que veía cómo tenía que estar en Misa, y todos esos detalles que acabo de comentar, que pueden parecer una bobada para alguien que ha ido a Misa desde pequeño, pero que para alguien que llega de nuevas, intimida mucho, o al menos así lo viví yo. Poco a poco me iba sintiendo más cómodo en Misa, de todos modos, pero pronto me vino una nueva inquietud. Casi todos los parroquianos acudían a comulgar, y yo, que no hice mi Primera Comunión de pequeño, sentía cada vez más ganas de hacer como todos ellos y acercarme a Jesucristo para recibir Su Santísimo Sacramento.
Cuando yo era niño mis padres pensaron que era mejor que no hiciera la Primera Comunión, con la idea de dejar que fuera yo el que decidiera en mi edad adulta si era algo que quería o no hacer. Llegado a este punto de mi vida, a mis 29 años, yo quería recibir la Comunión, pero no sabía qué tenía que hacer, a quién tenía que dirigirme. No me atrevía a decirlo en el colegio donde trabajaba, porque temía que si se enteraban de mi situación, les pudiera parecer tan chocante que mi puesto de trabajo pudiera correr peligro (aunque mirándolo ahora con la perspectiva del tiempo pasado, lo más seguro es que me hubieran ayudado de muy buen grado si se lo hubiera pedido). Así que lo que hice fue acercarme al despacho parroquial de mi parroquia, y con una sensación de una mezcla de miedo y vergüenza, le conté mi situación al sacerdote que estaba atendiendo en ese momento, y le pregunté qué posibilidades había para alguien como yo de recibir catequesis de Primera Comunión. El sacerdote fue muy amable y comprensivo, y me informó de que en mi parroquia existía (y existe) un grupo de Confirmación para adultos, y que me podía incorporar a él en octubre, y prepararme para recibir tanto la Primera Comunión como la Confirmación. Dios me trató tan bien que me llevó al sitio perfecto. Luego me enteré de que no es nada fácil encontrar grupos de catequesis para adultos en la mayoría de las parroquias.
Las catequesis nos las impartía cada sábado por la tarde una monja mayor en cuanto a su edad, pero jovencísima de espíritu, que nos acogió a los que nos incorporamos ese octubre como si fuéramos sus propios hijos o nietos. Tanto yo como las otras personas que llegábamos al grupo teníamos grabados todavía a fuego distintas magulladuras que la vida nos había ido dejando. Esta mujer increíble nos hizo creer que realmente éramos capaces de vivir como Dios quería de nosotros, que estábamos hechos para mucho más que para la mediocridad en la que habíamos vivido durante tanto tiempo. Muchas de las frases que nos dijo en esas primeras tardes todavía resuenan en mi cabeza: "lo que viene de Dios, el Bien, no hace ruido, a diferencia del mal que hace ruido, pero hay muchísimo Bien en el mundo, no os dejéis engañar" (hace poco oí una cita de San Agustín parecida que dice algo así como que los cántaros vacíos hacen mucho más ruido que los que están llenos), "cuando amas a una persona, es parecido a cuando cuidas a una planta; le das amor y parece como si esa persona creciera" (eso fue lo que ella hizo con nosotros), "Jesucristo decía que se sabrá que somos sus discípulos por cómo nos amamos los unos a los otros" (como se lee en el Evangelio de San Juan 13:35; ella era un ejemplo perfecto de esto, y efectivamente el amor entre los discípulos fue precisamente lo que me hizo saber que en la Iglesia Católica estaba la Verdad, lo que estaba buscando).
Después de unos muy bonitos meses de preparación en los que el Espíritu Santo iba trabajando mi interior y superando mis reticencias y miedos, y ayudándome a saltar por encima de los restos de la tristeza de los años anteriores, por fin recibí mi Primera Comunión el 2 de abril de 2006, un día antes de cumplir los 30 años (¡feliz coincidencia!), en una convivencia que celebramos en Alcalá de Henares. Me sentí muy feliz y muy arropado por todos mis compañeros del grupo de catequesis de adultos de la parroquia. El 27 de mayo del mismo año recibí el sacramento de la Confirmación, y el Espíritu Santo que recibí ese día ha actuado con tanta fuerza en mi vida desde entonces que casi me resulta increíble cuando miro atrás.
Recuerdo que en ese momento, tanto antes de mi Primera Comunión como de mi Confirmación, tenía la sensación de no estar preparado, como si tuviera que hacer más cosas para prepararme. Ahora me doy cuenta de que la preparación no la hacía yo sino Él, y que el momento lo decidía Él también. A mi me tocaba el grandísimo honor de obedecerle y dejar que me fuera transformando. Me decían entonces algunos compañeros de la parroquia "no te preocupes, la preparación dura toda la vida". ¡Cuánto razón tenían! Dios quiera que pueda yo permanecer a su lado, convirtiéndome, dejándome hacer por Él, hasta el día en que me quiera llevar a la otra vida, y que esa vida la pueda vivir junto a Él y todos mis seres queridos para siempre.
viernes, 23 de enero de 2009
Cuando Dios me trajo a su Iglesia
Me pasé el verano de 2004 haciendo poco más que leer la Biblia. No tenía ganas de mucho más, y claro, avancé muchísimo. Me leía todas las notas de pie de página, porque quería asegurarme de no perderme ningún detalle. Sobre todo recuerdo las lecturas de los libros del Génesis, el Éxodo, los de Samuel y de los Reyes, y de los Salmos. La lectura de la Biblia conseguía sacar de mi corazón algunos destellos de esperanza en medio del desánimo que había inundado mi vida. Y, cabezota como soy, quería leer la Biblia de principio a fin, sin saltarme ni una coma, y por eso empecé con el Antiguo Testamento. Fue un verano muy árido, pero ahora lo recuerdo con alegría, porque sé que Dios estaba ya labrando en mi corazón, preparando lo que vendría poco después.
En enero de 2005 empecé a trabajar en un colegio católico. Para mi fue una alegría encontrar este trabajo, pero en un primer momento me sentía bastante inseguro, porque al haber vivido siempre entre gente no creyente, tenía miedo de no encajar en un ambiente formado en su inmensa mayoría por católicos practicantes muy orgullosos de serlo. Sin embargo, hubo algo que encontré en la forma de ser de mis compañeros que me resultó muy atractivo. Curiosamente, a menudo notaba en ellos una cercanía en el trato y una actitud ante la vida que me hacía sentirme muy cómodo. No voy a negar que mi proceso de adaptación a este nuevo trabajo y a un ambiente laboral como éste tuvo también sus dificultades. Pero mi interés por esta forma de vivir tan interesante que percibía tanto en gran parte del personal del colegio, como de los alumnos y sus familias podía mucho más que mis miedos y reticencias.
Al trabajar en un colegio así, pronto se me empezaron a derribar los prejuicios que durante toda mi vida se habían ido acumulando sobre la Iglesia, los sacerdotes, las religiosas, y todo lo que tenía que ver con la vida de fe. Para mi ir a Misa era algo muy difícil en mis primeros meses allí, porque tenía miedo de hacer algo mal, de que alguien se diera cuenta de que yo no tenía ni idea de lo que había que hacer en Misa. En gran parte por ello fue que decidí empezar a ir a Misa por mi cuenta los domingos. Claro que Dios ya lo tenía todo calculado. Poco después, me había acostumbrado a ir todos los domingos a Misa, y cuando llegó el verano ya se había convertido en algo habitual para mí, y ni siquiera las vacaciones escolares me hicieron parar, porque cada vez lo notaba más como algo muy bueno para mi vida, no porque nadie me lo sugiriera o me lo mandara, sino porque yo lo necesitaba, aunque quizá por entonces no me diera cuenta con la misma claridad con la que me doy cuenta ahora.
En enero de 2005 empecé a trabajar en un colegio católico. Para mi fue una alegría encontrar este trabajo, pero en un primer momento me sentía bastante inseguro, porque al haber vivido siempre entre gente no creyente, tenía miedo de no encajar en un ambiente formado en su inmensa mayoría por católicos practicantes muy orgullosos de serlo. Sin embargo, hubo algo que encontré en la forma de ser de mis compañeros que me resultó muy atractivo. Curiosamente, a menudo notaba en ellos una cercanía en el trato y una actitud ante la vida que me hacía sentirme muy cómodo. No voy a negar que mi proceso de adaptación a este nuevo trabajo y a un ambiente laboral como éste tuvo también sus dificultades. Pero mi interés por esta forma de vivir tan interesante que percibía tanto en gran parte del personal del colegio, como de los alumnos y sus familias podía mucho más que mis miedos y reticencias.
Al trabajar en un colegio así, pronto se me empezaron a derribar los prejuicios que durante toda mi vida se habían ido acumulando sobre la Iglesia, los sacerdotes, las religiosas, y todo lo que tenía que ver con la vida de fe. Para mi ir a Misa era algo muy difícil en mis primeros meses allí, porque tenía miedo de hacer algo mal, de que alguien se diera cuenta de que yo no tenía ni idea de lo que había que hacer en Misa. En gran parte por ello fue que decidí empezar a ir a Misa por mi cuenta los domingos. Claro que Dios ya lo tenía todo calculado. Poco después, me había acostumbrado a ir todos los domingos a Misa, y cuando llegó el verano ya se había convertido en algo habitual para mí, y ni siquiera las vacaciones escolares me hicieron parar, porque cada vez lo notaba más como algo muy bueno para mi vida, no porque nadie me lo sugiriera o me lo mandara, sino porque yo lo necesitaba, aunque quizá por entonces no me diera cuenta con la misma claridad con la que me doy cuenta ahora.
miércoles, 21 de enero de 2009
Cuando empecé a leer la Biblia
A pesar de haberme interesado en todo tipo de disciplinas y teorías pseudoespirituales, nunca me planteé seriamente acercarme a la Iglesia católica hasta hace apenas cuatro años. Había llegado a un callejón oscuro en mi vida del que no sabía cómo salir. Me sentía muy solo, y casi todo lo que intentaba parecía salirme mal. Había perdido mucho dinero en muy poco tiempo y estaba profundamente desmoralizado. Había pasado de ser una persona con cien mil planes y proyectos ilusionantes en la cabeza a darme cuenta de que todos esos proyectos nunca saldrían adelante si Dios no los quería. Yo ya rezaba a Dios por entonces, y en más de una ocasión había notado su ayuda en mi vida, algo que me había impresionado e intrigado profundísimamente. Pero en este momento oscuro poco me servían ya mis peticiones caprichosas a Él para que me ayudase a sacar mis pequeños planes adelante. Él tenía mucho mejores planes para mí aunque yo por entonces no tenía ni idea de ello.
Los libros de autoayuda y el yoga a los que tanto me había aferrado en los años anteriores se habían mostrado inútiles en esa situación que yo percibía como de profunda desdicha. Yo llevaba muchos años, desde mi tiempo de estudiante de Filología en la universidad, guardando la intención de algún día leer la Biblia de principio a fin, y descubrir por mi mismo las enseñanzas de este Libro, aunque sólo fuera por un interés filológico, intrigado por el modo en que había influido en las vidas de tantísimas personas de la historia a las que yo respetaba y admiraba. Llegado a este callejón en mi vida, decidí que había llegado el momento de ponerme a ello.
Los libros de autoayuda y el yoga a los que tanto me había aferrado en los años anteriores se habían mostrado inútiles en esa situación que yo percibía como de profunda desdicha. Yo llevaba muchos años, desde mi tiempo de estudiante de Filología en la universidad, guardando la intención de algún día leer la Biblia de principio a fin, y descubrir por mi mismo las enseñanzas de este Libro, aunque sólo fuera por un interés filológico, intrigado por el modo en que había influido en las vidas de tantísimas personas de la historia a las que yo respetaba y admiraba. Llegado a este callejón en mi vida, decidí que había llegado el momento de ponerme a ello.
miércoles, 14 de enero de 2009
En busca de la paz
Durante todos los años antes de acercarme a la Iglesia, traté de muchas maneras salir de esa sensación de estar atrapado en una trampa sin salida de la que hablaba en mi artículo anterior. Pensaba en hacerme rico y famoso, en explotar todos mis talentos y en vivir una vida llena de diversiones para mi solo. A menudo pensaba cosas como que cuando me hiciera rico ya tendría tiempo de ocuparme de los demás, que lo que importaba era encontrar mi propio sitio en este mundo. Pero claro, en ese sitio en realidad no cabía nadie más, y claro tampoco le pedía nunca ayuda a Dios para nada, y así me iba.
Sin embargo sentía un desasosiego que no me abandonaba por mucho que me concentrase en mis "proyectos", así que desde mi adolescencia y cada vez más entre los veinte y los veintitantos años me fui interesando durante distintos periodos en cosas que pudieran dar un sentido sobrenatural a mi vida. Nunca me planteé en ese momento acercarme a la Iglesia Católica. Nunca sentí una gran aversión hacia ella, simplemente como me había educado en un ambiente de gente no creyente, no me planteaba que me pudiera aportar nada (como Dios es grande, a su debido tiempo me dirigió hacia su Iglesia y me llevó a comprobar hasta que punto eran ridículos e inútiles tantos y tantos de mis planteamientos anteriores). En aquellos años practiqué el yoga, la meditación (de varios tipos), leí sobre filosofías y religiones orientales, y todo tipo de libros de autoayuda asociados con lo que se suele llamar Nueva Era. Pero en realidad ninguna de esas cosas me hacía sentir lleno. Cada vez que experimentaba con, por ejemplo, el yoga, acababa llegando a un punto en el que me daba cuenta de que no era una roca sólida sobre la que construir mi vida. Cuando las cosas no me iban bien, cuando había problemas (y eso siempre pasaba, tarde o temprano), todas esas técnicas de psicología o de gimnasia física o mental me servían de muy poco, y me quedaba tan perdido como antes. Y con la misma sensación de que tenía que haber algo más.
Y luego conocí a Jesucristo en su Iglesia Católica, y Dios me concedió la gracia de reconocerlo como la roca sobre la que debo construir mi vida. Y eso es lo que quiero hacer de aquí en adelante, si Dios me lo permite, hasta el día en que me muera. En el próximo artículo te contaré cómo Dios me guió hasta su santa Iglesia. Muchas gracias por leer. Que Dios te bendiga.
Sin embargo sentía un desasosiego que no me abandonaba por mucho que me concentrase en mis "proyectos", así que desde mi adolescencia y cada vez más entre los veinte y los veintitantos años me fui interesando durante distintos periodos en cosas que pudieran dar un sentido sobrenatural a mi vida. Nunca me planteé en ese momento acercarme a la Iglesia Católica. Nunca sentí una gran aversión hacia ella, simplemente como me había educado en un ambiente de gente no creyente, no me planteaba que me pudiera aportar nada (como Dios es grande, a su debido tiempo me dirigió hacia su Iglesia y me llevó a comprobar hasta que punto eran ridículos e inútiles tantos y tantos de mis planteamientos anteriores). En aquellos años practiqué el yoga, la meditación (de varios tipos), leí sobre filosofías y religiones orientales, y todo tipo de libros de autoayuda asociados con lo que se suele llamar Nueva Era. Pero en realidad ninguna de esas cosas me hacía sentir lleno. Cada vez que experimentaba con, por ejemplo, el yoga, acababa llegando a un punto en el que me daba cuenta de que no era una roca sólida sobre la que construir mi vida. Cuando las cosas no me iban bien, cuando había problemas (y eso siempre pasaba, tarde o temprano), todas esas técnicas de psicología o de gimnasia física o mental me servían de muy poco, y me quedaba tan perdido como antes. Y con la misma sensación de que tenía que haber algo más.
Y luego conocí a Jesucristo en su Iglesia Católica, y Dios me concedió la gracia de reconocerlo como la roca sobre la que debo construir mi vida. Y eso es lo que quiero hacer de aquí en adelante, si Dios me lo permite, hasta el día en que me muera. En el próximo artículo te contaré cómo Dios me guió hasta su santa Iglesia. Muchas gracias por leer. Que Dios te bendiga.
martes, 13 de enero de 2009
La paz interior
Es muy frecuente oír hablar de cómo mucha gente se esfuerza en nuestros tiempos por encontrar un poco de paz. Vivimos en un mundo lleno de fuentes de tensión y dificultad. Nos encontramos con mucha más frecuencia con la que nos gustaría con problemas laborales, de dinero, de salud y a menudo también dificultades en la relación con las personas que nos rodean en todos los ámbitos de la vida. Muchas veces pienso en la situación del individuo en nuestro mundo actual como si estuviera atrapado entre la espada y la pared. El mundo oprime con todas sus fuerzas y casi nos deja sin escapatoria, pero solamente casi. En momentos determinados de la vida uno puede llegar a darse cuenta de que está tocando fondo, y es en esos mismos momentos cuando uno puede darse cuenta de que está atrapado entre esa espada y esa pared. Al menos así es como yo lo he vivido y por eso lo quiero contar. Creo que es en esos momentos decisivos cuando uno busca con todas sus fuerzas algo que le saque de esa situación y que le de sentido a todo. O por lo menos lo que se siente con toda claridad es el deseo de no conformarse, la intuición de que debe de haber algo más, y la voluntad cada vez más fuerte de encaminarse hacia ese algo. Yo me siento muy afortunado porque cuando miro hacia atrás en mi vida veo cómo Dios me ha ido guiando hacia la vida que llevo ahora y sólo le pido que me deje seguir el camino a su lado hasta el final. Hoy me doy cuenta de que ese algo que siempre he estado buscando era precisamente Dios, y por eso me tranquiliza cada vez más sentirme acompañado por Él.
Sin embargo durante la mayor parte de mi vida no creí en Dios.Pero eso no quiere decir que en esos años no Lo estuviera buscando. Creo que lo buscaba sin darme cuenta y de formas totalmente tontas. Y si hay algo que creo que siempre he sentido que quería tener es ese estado de paz interior que creo que en este mundo convulso es algo que a todos nos gustaría alcanzar, ya seamos ateos o creyentes, jóvenes o mayores, de un país o de otro. Me da pena ver cómo tanta gente desperdicia su tiempo buscando esa paz interior en los sitios erróneos.
En los próximos artículos iré contando cómo fue esa búsqueda de paz, y qué fue lo que me condujo a hacerme discípulo de Cristo a través de su Iglesia Católica.
Jesucristo mismo dijo "Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundo no os puede dar. No os inquietéis ni tengáis miedo" (Jn 14:27).
Esa es la paz que os deseo a los que leéis esto. Que Dios os bendiga.
Sin embargo durante la mayor parte de mi vida no creí en Dios.Pero eso no quiere decir que en esos años no Lo estuviera buscando. Creo que lo buscaba sin darme cuenta y de formas totalmente tontas. Y si hay algo que creo que siempre he sentido que quería tener es ese estado de paz interior que creo que en este mundo convulso es algo que a todos nos gustaría alcanzar, ya seamos ateos o creyentes, jóvenes o mayores, de un país o de otro. Me da pena ver cómo tanta gente desperdicia su tiempo buscando esa paz interior en los sitios erróneos.
En los próximos artículos iré contando cómo fue esa búsqueda de paz, y qué fue lo que me condujo a hacerme discípulo de Cristo a través de su Iglesia Católica.
Jesucristo mismo dijo "Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundo no os puede dar. No os inquietéis ni tengáis miedo" (Jn 14:27).
Esa es la paz que os deseo a los que leéis esto. Que Dios os bendiga.
lunes, 5 de enero de 2009
¡Bienvenidos!
Os doy mi más cordial bienvenida a mi blog. Aquí voy a escribir de la mejor manera que pueda sobre qué significa ser católico hoy en día y sobre cómo puede uno hacerse católico. Voy a intentar usar un lenguaje sencillo y directo porque no creo que sea necesario hacer otra cosa. Hace menos de 3 años que hice mi Primera Comunión y conozco de primera mano lo que se siente al intentar acercarse a la Iglesia Católica. Dios ha querido que yo me acerque y le estoy inmensamente agradecido. Por eso escribo aquí, porque amo a Dios y a su Iglesia, y me hartan y aburren todas las críticas y burlas que se hacen sobre ella. Casi todas esas críticas y burlas están hechas por gente muy mal intencionada, o bien por gente que no tiene ni la más remota idea de sobre qué está hablando. En fin, yo sólo puedo contar lo que he vivido, y con eso me conformo. Si esto puede servir a alguien, aunque sólo sea una persona, a acercarse o a volver a la Iglesia, me daré más que por satisfecho. Y mientras tanto me entretendré escribiendo. Atrévete a volver a la Iglesia, habla con un cura, pregunta por las catequesis, ve a Misa, lee el Evangelio y habla con Dios. Gracias por leer. Que Dios te bendiga.
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